powered by Coinlib

Radiografía de la crisis en #Venezuela

viernes, 12 de febrero de 2016




La empatía, esa característica exclusivamente humana que nos permite sentir la situación de los demás, se nos arruga y entristece, porque sabemos los sacrificios y padecimientos que tendrán que hacer cientos de miles de otros venezolanos para acceder a esas mismas piches tres bolsitas.

La crisis de ingresos, esa que lleva dos años mermando el bolsillo de todos, se profundiza con la escases. Antes, hace unos meses, no habían productos, pero la posibilidad de la reventa era una opción. En los últimos días esa posibilidad es cada vez menor. No importa cuantas montañas de inútiles billeticos de cien cargue en el bolso o en el morral, de poco servirán, dentro de poco simplemente no habrá que comprar.

La nueva Ola de Pobreza en Venezuela

Esta no es la primera crisis de ingresos que enfrentamos, pero si será la primera que tiene por antecedente al delirio socialista. Luego de enfrentar y hostigar al sector productivo hasta reducirlo a la mínima expresión, la caída de los precios del petróleo han terminado de pintar una crisis de características ciclopes y que no se compara con ninguna otra que haya podido vivir Venezuela desde que somos un país petrolero.

Entre pobres estructurales, los que provienen de hogares pobres, y los pobres recientes, los que no les alcanza para cubrir las necesidades, suman 73% de los venezolanos. Cifra más que escandalosa y que se aproxima a la mítica cifra de 80% de pobreza que nunca fue cierta, pero que tanto machacó en sus discursos el presidente Chávez.

El socialismo de estos tiempos logró lo imposible, convertir en verdad la mentira que predicaron. El reto del futuro inmediato es doble. Por un lado impedir que esa pobreza reciente se vuelva permanente y, claro esta, atacar las causas de la pobreza estructural en Venezuela. Ambas cosas sólo serán posibles si la economía crece, de lo contrario, no importa que se haga en materia distributiva o social, la pobreza socialista seguirá creciendo.

¿Qué hacen los hogares cuando se vuelven pobres?

Suponiendo que superamos las trabas políticas del crecimiento económico, entonces el primer reto es entender que hacen los miembros de los hogares cuando los ingresos no les alcanza, para desde allí encontrar los remedios.

Como se entenderá, lo primero que se hace cuando cae el ingreso es reducir el consumo. Pero esa no es la única adaptación a la crisis. Cambiar el estudio por el trabajo, verse obligados a ingresar al mercado laboral de cualquier manera y, por último, comenzar a vender cosas o liquidar el patrimonio, es parte del recorrido que lleva de la pobreza reciente o temprana a la estructural y permanente.

En la primera etapa, en los primeros meses, en ese tiempo que ya pasó, los rigores de la crisis se franquean reduciendo el consumo. Pero la reducción del consumo de aquello que es prescindible no necesariamente nos hace pobres. Nos empobrece, eso sí. Limita o reduce la calidad de vida. Tiene efectos sociopolíticos. Se convierte en impopularidad gubernamental, como es el caso, cuando se considera que la culpa es del gobierno. Pero digamos que hasta allí normalmente alcanzan las consecuencias. Eso es lo que podríamos llamar la crisis para la clase media. Siempre y cuando la crisis de ingreso sea temporal.

Pero la reducción del consumo tiene efectos más severos cuando trasciende cierto umbral, cuando rebasa los mínimos de las necesidades, hasta empujar a quienes hasta hace no eran pobres en la pobreza.

Desde los datos que tenemos de la Encuesta de Calidad de Vida del 2015, el 55% de los que hasta hace un año (2014) no eran pobres, pasaron a serlo en el 2015 y difícilmente dejen de serlo en este 2016.

Del 73% de pobreza de ingresos, el 64% de ellos (43% del total) son pobres recientes. Técnicamente ellos (y todo el país) necesitan que se reactive la economía que vuelvan a surgir oportunidades para dejar de ser pobres. De ocurrir, seguramente con su propio esfuerzo saldrán adelante. Pero el 30% restante necesitaran algo más que buenas noticias económicas para salir adelante. Ellos si necesitarán del Estado redistribuidor.

¿De qué tamaño ha sido la reducción del consumo?

En términos de pobreza y su severidad, la reducción más importante en el consumo tiene que ver con los alimentos. Según las cifras disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE), que datan de 2014, los hogares venezolanos redujeron su consumo en todos los rubros. Así por ejemplo, la caída en el consumo de cereales es del 8% en total, pero de 21% en harina de maíz y 10% en pastas.

En carnes la reducción es un poco menor (4%), pero se trata de un tipo de alimento esencial y de poco consumo en los sectores populares. De hecho la mayor reducción es en mortadela (el embutido más barato), que cayó 10%.

En cuanto a los lácteos la reducción es sencillamente brutal. Los hogares redujeron en un 19% el consumo de leche en polvo y 13% de leche liquida.

Estas cifras son de comparar el año 2012 con el 2014. Las cifras para el 2015 o no existen o no las publicaron, lo que para los efectos es lo mismo. Pero por como ha sido el comportamiento de la inflación, la evolución de los salarios y los problemas de escasez en estos rubros, no es descabellado suponer una caída de similar tamaño (y puede que nos quedemos cortos), lo que hace que la reducción promedio sea de la mitad de lo que se consumía en 2012 en rubros tan elementales como la harina, las pastas y la poca proteína que se consume.

La nueva estratificación social

La crisis de consumo que estamos padeciendo no se vive igual. Aunque como hemos dicho afecta a todos, podríamos señalar que su impacto estratifica a la sociedad por lo que se come, por lo que se tiene en la despensa. Estamos hablando de lo básico, de lo más elemental, y aún en eso la desigualdad social hace estragos.

Cuando se consulta sobre los diez primeros alimentos que el hogar compra y consume semanalmente y discriminamos las respuestas por grupos sociales (pobres, pobres extremos y no pobres), vemos que en la ingesta se observa una desigualdad que quizás en otras realidades se exprese en compras de equipos, carros o viajes. Nuestra sociedad puede estratificarse por los productos básicos que consume.

Toda Venezuela come arepa, arroz y pasta. Eso son nuestros tres alimentos masivos. Así que un rasgo de distinción social es que usted no coma solamente o principalmente eso. En los hogares no pobres se come más pasta que arepa. Si bien 80% de los hogares consumen semanalmente estos tres productos, ellos se alterna o acompañan con pollo o carne de res en proporciones similares (73% y 69% respectivamente).

Ahora bien, en los hogares pobres, lo que se come es arepa (harina de maíz), luego arroz y después pasta. Quedando relegado el pollo y la carne al 69% y un bajísimo 55%, respectivamente.

Para el caso de los hogares pobres extremos, lo característico es que se coma menos en todo. Siguen siendo harina, arroz y pasta los tres principales alimentos, pero sus porcentajes caen a menos del 80%. La carne de res se reduce al 42% y aparecen las grasas (mayonesa) como el gran sabroseado o acompañante de los carbohidratos, en sustitución de la proteína. No hay que ser un especialista en nutrición para conocer las consecuencias de este tipo de dieta.

Productos como las frutas, la leche, quesos y los embutidos son sin duda productos de distinción social. Mientras que el 36% los hogares no pobres compran frutas semanalmente, los hogares pobres lo hacen en sólo un 18%. ¡Incluido el cambur o la guayaba!

¿La crisis llegó para quedarse?

Nos condenaron a depender del petróleo para depender del Estado, para depender del régimen. Con esa ecuación la única variable que puede hacer cambiar las cosas es el precio del petróleo y, si como sabemos, las proyecciones de precios del petróleo son más que aventuradas, al menos al sol de hoy nadie está previendo un aumento sustancial.

La Agencia Internacional de Petróleo estima que la demanda puede llegar hasta 104 millones de barriles al día (mmbd) en 2040 (hoy es de 95 mmbd), eso quiere decir que para los que tenemos más de 50 años nunca más veremos precios relativos como los del último boom petrolero.

Si nuestra esperanzas de reducción de la pobreza es el petróleo la crisis pues efectivamente llego para quedarse. Una vez más nuestra crisis de producción es tan severa que la simple reactivación económica tendría un impacto sobre todos los sectores. Pero como sabemos, el crecimiento es una condición necesaria para superar la pobreza, pero es suficiente, al menos no para todos.

El problema de la pobreza reciente tiene que ver con cuanto tiempo esta expuesta a las condiciones de recesión.

Cuanto más tiempo, más probable que se adopten medidas adaptativas no deseadas. Como decíamos, dejar los estudios para ingresar a trabajar, miembros inactivos del hogar que dejan funciones importantes (como cuidar niños, abuelos y la casa) para ingresar precariamente al trabajo, endeudarse hasta comprometer el patrimonio o incluso liquidarlo, son algunas de las practicas defensivas frente a la caída del ingreso que anclan en la pobreza.

Cuanto más tiempo en crisis de consumo, más probabilidad de permanecer en la pobreza. Por ello superar la dependencia petrolera del crecimiento y la generación de riqueza es fundamental para que dejemos de ser pobres. Ello pasa por un relanzamiento de la economía no petrolera, de ese sector económico donde están los venezolanos y no tanto el Estado.

Pero además de un cambio económico, se requiere un cambio en la política social. Necesitamos políticas que impidan el abandono escolar, que permitan la inserción productiva de la mujer, sistemas de cuido eficientes para niños, adultos mayores y personas con discapacidad. Necesitamos que los venezolanos se hagan propietarios de sus bienes, los protejan e incluso los puedan convertir en activos productivos.

Por último hay que atender a las familias en pobreza estructural. Ellas por si solas no podrán abandonar la pobreza. Políticas focalizadas de recapacitación laboral, de apoyo especial en la escuela, de infraestructura y recuperación ambiental en las zonas más pobres de nuestros barrios, junto a una decidida acción aproximar las oportunidades económicas a las zonas geográficas más desamparadas del país, son parte de las cosas que hay que hacer para que la crisis no sea para siempre.

Estamos atravesando la peor de las crisis de nuestra historia. Cada quien en privado la padece y la vive a su modo, también se puede ser desigual siendo muy pobre. Lo único que nos iguala es la praxis de su salida y la oportunidad de su superación.

Publicado en El Estimulo: http://goo.gl/hngGst
 
Copyright © 2016. La Ciencia del Bolsillo.
Design by Herdiansyah Hamzah. & Distributed by Free Blogger Templates
Creative Commons License