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#Venezuela "Una lonchera balanceada para los chamos puede costar al menos Bs 610 diarios"

viernes, 8 de abril de 2016


Que un niño lleve una lonchera al colegio se vuelve cada día más cuesta arriba para los padres venezolanos. Los altos costos y la escasez hacen que estar bien alimentado sea un lujo. Según el Observatorio Venezolano de la Salud, los venezolanos han adoptado una “dieta de sobrevivencia” con fuertes consecuencias en sobre su salud, y los niños no se salvan de esto.

“Vamos a tener niños chiquitos y gorditos, alimentados con puras harinas. No parece que estén desnutridos, pero lo están”, dice Mariela Berrisbeita, especialista en medicina de obesidad. “Los niños deberían tener una alimentación equilibrada. Hoy en día, para empezar, las frutas son inalcanzables”, añade.

“Los ingresos se han venido abajo y ya la gente no puede adquirir los mismos alimentos que antes”, apunta la doctora e investigadora del Centro de Estudios de Desarrollo (Cendes UCV), Marianella Herrera. Esto, según la última Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), presentada el 31 de marzo de este año.

Manuel Fernández, abuelo de dos niños, cuenta que la escasez de alimentos es lo que más les ha afectado. “Antes había más variedad. Ahora están comiendo puros carbohidratos que es lo que se consigue”, dice. En su casa optaron por no tomar más jugo puesto que prefieren guardar las frutas para comerlas y “hay que cuidar la poca azúcar que se consigue”. Sus nietos, de ocho y cinco, llevan un termo con agua.

Alejandro Romero cuenta que, en efecto, la situación lo ha obligado a cambiar la lonchera. “Si le envío sándwich o arepa a mi hijo, es con untable (bien sea Rikesa o crema de leche), ya no puedo rellenar con queso y jamón. La bebida hace tiempo que dejó de ser Yukipak u otros, ahora en un potecito con jugo o papelón preparado en casa”.

Berrisbeita habla de casos en los que “no les pueden dar ni siquiera un pan. Sé de casos de madres que averiguan si ese día hay comida en la escuela. Si hay, los llevan. Si no, no”.

Efecto Cocuyo recorrió mercados caraqueños para ver los precios de los productos que los niños comúnmente llevan en su lonchera. Un litro de chicha cuesta Bs 400. Una caja de ceral Bs 850. Un kilo de leche en polvo no se consigue por menos de Bs 2.000. Una caja de galletas Katy, de ocho unidades, cuesta Bs 920.

La harina de maíz se puede conseguir hasta en Bs 500 y un pan canilla asciende a Bs 100. Un pote de Rikesa, más de Bs 700.

Más que un día de trabajo

Para que una madre prepare un sándwich para la lonchera, debe gastar, mínimo Bs 300. Bs 90 un pan, y el resto en una lonja de jamón y una de queso. El kilo del jamón de espalda alcanza los Bs 2.200, mientras que el de queso se valora en Bs 2.700. Esto, de acuerdo a los precios vistos por Efecto Cocuyo en el Mercado de Guaicaipuro.

Un jugo natural cuesta Bs 250, y si además se añade una fruta, el total sube. Una piña, que puede alcanzar para tres días, cuesta Bs 350, equivalente a 116 bolívares diarios. Pero un cambur puede costar por unidad 60 bolívares, algo más económico que la piña.

Esto quiere decir que una lonchera balanceada terminaría costando al menos 610 bolívares, 225 más que el día de trabajo, que se valora en Bs 385.

Además, los precios en las cantinas no permiten que los padres apelen más a esta opción. Yémily Berrueta tiene un hermano de once años y dice que intentan que no compre nada en el colegio. “Es un golpe muy duro al bolsillo.”

“Lo más ilógico y triste de todo es que un desayuno no baje de 700 bolívares y el sueldo mínimo a duras penas llegue a 400 por día. Hay que hacer magia para preparar una lonchera”, comenta. Dice que a su hermano le preparan la lonchera con “lo que consigamos en el momento”.

Una usuaria de Cocuyo Whatsapp, que prefirió mantener su nombre en anonimato, señala que en su familia organizaron un sistema donde todos ayudan para que la alimentación de los pequeños del hogar no se vea afectado.

“Somos 15 adultos comprando la comida de cinco niños de cuatro, cinco, seis, ocho y nueve años. Le damos ayudas económicas a los papás y compramos lo que conseguimos para que ellos no sufran. Ellos no entienden lo que está pasando, no tiene la culpa”.

Ella es la tía abuela de los niños y tiene 59 años. Relata que cada miembro de su familia tiene una asignación, ella, por ejemplo, lleva pollo o carne. Los demás se encargan del resto. “Recuerdo a mi abuela comprándonos comida porque decía que eso era importante para desarrollarnos intelectualmente y queremos eso mismo para los niños”.

Otra usuaria dice “nunca imaginé que siendo una profesional llegaría el día en que tendría que decirle a mis hijos que no podían tomar Toddy o que no podía comprarles una galletas, porque no me alcanza el dinero o porque no lo encuentro”.

Publicado en Efecto Cocuyo: http://www.efectococuyo.com/efecto-cocuyo/la-cartera/una-lonchera-balanceada-para-los-chamos-puede-costar-al-menos-bs-610-diarios
 
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