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#Testimonios de una #Crisis “Mis hijos grandes ya ni siquiera van al liceo porque no pueden ir muertos de hambre”

martes, 24 de mayo de 2016


“Los lunes nunca hay nada. Vamos a Bicentenario y Pdval y nunca hay nada” fue el reclamo en el que coincidieron decenas de personas que desde las 4:00 de la madrugada de este lunes esperaban para comprar rubros regulados en la sede de Pdval en el sector Alta Vista, de Puerto Ordaz, una queja en crecimiento en las últimas semanas.

A las 8:00 de la mañana, tras varias horas bajo el sol, les informaron que no había alimentos y “que nos fuéramos a buscar a otro lugar y ¿a dónde nos vamos a ir si en ninguna parte hay comida?”, señaló Jannelys González, en una lectura que coincide con los cálculos de la escasez del Centro de Investigaciones para la Educación, la Productividad y la Vida de la Universidad Católica Andrés Bello (Ciepv–UCAB), que ubica el desabastecimiento en Puerto Ordaz en 59%, con casos que rozan el 100% de desabastecimiento.

La respuesta de los funcionarios de Pdval molestó a las personas, que no dudaron en cerrar la avenida Guayana para exigir comida, un elemento básico para la vida de cualquier ser humano, pero escaso en Venezuela.

El desfile de efectivos de la Guardia Nacional, con equipos antimotín, fue inmediato, pero no logró dispersar la manifestación. Al mediodía de este lunes no habían abierto el paso y evaluaban quedarse a dormir en el lugar para poder adquirir productos en el establecimiento.

“Llego a mi casa sin comida y lo único que podemos hacer es recoger mango”, dijo Yudith Barboza, al afirmar que ha acudido a Pdval todos los lunes de las últimas cinco semanas y ha regresado a su casa con las manos vacías. “De martes a viernes hay comida, pero el lunes nada, discriminan a quienes tenemos cédulas terminadas en 0 y 1”, aseguró.

Burlas.

Los afectados sostuvieron que al momento de anunciar que no había comida, los funcionarios de Pdval sonreían, lo que consideraron una burla. “No es justo que se burlen de nosotros, mis hijos se han acostado sin comer, Maduro dice que manda la comida, pero ¿para dónde la manda que nosotros no la vemos?”, cuestionó Barboza.

Jannelys González, quien también se trasladó desde San Félix al Pdval de Alta Vista como hacen cientos de guayaneses a diario, manifestó que los venezolanos “estamos viviendo en miseria”.

Lo dijo tras la experiencia que vivió el sábado cuando, recordó, dos mujeres se cayeron a golpes a la entrada del establecimiento. “El sábado atienden a cinco números y la gente se cae a golpes, terminamos calcinados en una cola y no compramos nada (…) si no hay nada entonces ciérrenlo”, afirmó.

También sostuvo que la semana pasada la salvó la bolsa de comida entregada por el Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), pero consideró que esa no es la solución definitiva al problema de abastecimiento, que el Ejecutivo ha atribuido a la guerra económica, sin admitir los fallos que han derrumbado la producción nacional de alimentos.

“Yo de verdad no creo que no haya uno con los pantalones bien puestos en el Gobierno para poner orden (…) el pueblito ya se está cansando”, agregó.

Muchos de los que protestaron frente a la sede de Pdval en Alta Vista habían peregrinado horas antes -sin resultados satisfactorios- por al menos dos locales estatales en el mismo sector: Abastos Venezuela, antigua La Fuente; y Bicentenario. “En La Fuente no vendieron porque dicen que no hay sistema y en Bicentenario lo que están vendiendo es cloro, ¿será que eso es lo que le vamos a servir en los platos a nuestros hijos?”, preguntó una fémina.

Luis Amundarain explicó que en casa con ocho hijos a cargo, se ha vuelto rutinario que él y su esposa se queden sin comer. Levantando su camisa, mostró que ha bajado más de la mitad del peso que tenía antes de 123 kilos. “Tengo cinco semanas que no compro ni en Bicentenario, ni en Pdval, ni en La Fuente, nunca hay nada y me toca sacar y comprar al bachaquero y allí se gasta todo”, lamentó.

En los tarantines informales, en donde los revendedores mal llamados bachaqueros hacen su agosto, el sobreprecio de los rubros regulados alcanza un promedio superior al 3.500%, según el estudio del Ciepv correspondiente a marzo.

“Somos padres de familia con hambre, con nuestros hijos con hambre. Todos los lunes nunca hay nada, todos los sábados nunca hay nada, o si no sacan una harina y ¿qué es una harina?”, gritaba una mujer en el portón de Pdval a los funcionarios militares que sentados en un muro se resguardaban del sol.

“Me estoy matando yo misma”

Mientras Amundarain contaba que para obtener aceite debe freír pellejos de pollo, Alicia Subero de 64 años y con condición diabética, aseguró que no ha tenido otra opción que comer arepa con mayonesa. “Me estoy matando yo misma”, dijo, con lágrimas en los ojos, cuando relató que además de las penurias por la escasez de alimentos, carece de insulina para cumplir con sus tratamientos, en un contexto de escasez general y creciente.

Pese a la enfermedad, Subero se mantuvo en la protesta e, incluso, fue la única mujer que se acostó en el canal del Sistema de Buses de Tránsito Rápido (BTR) para impedir el paso del bus a modo de reclamo. “No es justo lo que estamos viviendo, no estamos mendingando, queremos comer y así nos tratan”, reclamó.

Melbys Sequea, otra de las protestantes, contó que tiene ocho hijos; los últimos dos morochos de tres meses. En la mañana de este lunes salió a Pdval, para tratar de estirar su insuficiente ingreso, a falta de comida en casa y cumpliendo el doble rol de padre y madre porque a su esposo lo mataron en las minas de El Callao.

La mujer trabaja limpiando en una casa de familia y asegura que sus hijos comen gracias a lo poco que puede comprar y a la solidaridad de sus vecinos. “Mis hijos grandes ya ni siquiera van al liceo porque no pueden ir muertos de hambre, pero no tenemos recursos”, apuntó.

Migdalia Villarroel, una profesora jubilada, visitó el Pdval por primera vez este lunes en busca de leche y se consiguió con el portazo de la escasez. “Aquí estamos personas decentes, no somos ningunos malandros, vinimos a buscar comida, pero mandan a este montón de guardias ¿a atacarnos a nosotros? ¡Vayan a atacar a los delincuentes!”, les dijo indignada a un grupo de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana que se acercó al establecimiento para pedirles cesar la manifestación.

“Tengo fe en el referendo, no quiero violencia, vamos a ir por los canales regulares”, puntualizó minutos después.

Como ella con su profesión de fe, otros ciudadanos se declaraban profundamente revolucionarios, pero hartos de la situación de escasez, de alimentos y medicinas. “Nos están matando de revolución, ¡traidores!”, gritó un hombre a los uniformados.

Publicado en El Correo del Caroni: http://correodelcaroni.com/index.php/cdad/item/45387-mis-hijos-grandes-ya-ni-siquiera-van-al-liceo-porque-no-pueden-ir-muertos-de-hambre
 
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