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Venezuela, no es una guerra económica, es una economia de guerra.

jueves, 12 de enero de 2017



Los venezolanos tienen que recorrer un laberinto de filas para comprar productos básicos como azúcar o aspirina.

Se han acostumbrado a descubrir que los estantes de los comercios están vacíos, frustración que a veces termina en saqueos, de modo que no necesitan datos económicos que les digan que 2016 fue un año terrible.

Sin embargo, cuando se conozcan los datos, si se publican, probablemente confirmarán una debacle que casi no tiene precedentes fuera de las épocas de guerra.

Durante un largo período el gobierno venezolano ha dejado de publicar las cifras del PIB, inflación y empleo, manteniendo silencio desde febrero del año anterior.

La estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipa una contracción del 10 por ciento que haría de Venezuela el país con el peor desempeño económico del mundo en 2016 y esa proyección se sitúa en el extremo optimista del espectro. Economistas privados estiman la contracción en hasta 15 por ciento anual.

YA ESTÁN ACOSTUMBRADOS

Después del tercer y peor año que ahora califica como una verdadera depresión, Venezuela ha perdido alrededor de una quinta parte de su producción.

Un gobierno que gastaba sin medida fue sorprendido por el desplome que registraron los precios del petróleo en 2014, que privó a la economía de dólares, haciendo que escasearan muchos productos básicos y elevara la inflación a tres dígitos.

Mientras los economistas del país tratan de determinar las cifras, a los historiadores les cuesta encontrar paralelos a semejante caída, al menos en los dos siglos transcurridos desde la guerra de la independencia.

“Se podría decir que esta es una economía de guerra”, dijo José Manuel Puente, economista del Instituto de Estudios Avanzados en Administración de Caracas. “Pero este año las cifras de Venezuela son peores que las de las economías en guerra”.

Sin duda, en esta década ha habido países a los que les fue peor como a las economías de Siria y Libia que se contrajeron en torno al 50 por ciento en medio de guerras civiles, según el FMI.

Pero la Venezuela de 2016 no tuvo igual. El presidente Nicolás Maduro al parecer lo reconoció en uno de sus primeros discursos públicos del nuevo año.

“2016 fue el año más duro, difícil y largo que conocemos”, dijo Maduro el lunes.

Para encontrar un paralelo local, hay que retroceder a tiempos que escapan a la memoria, según el historiador Tomás Straka.

“Desde el punto de vista de fenómenos como la emigración masiva, el hambre y el abandono de los hogares, esto sólo es comparable a la guerra de la independencia”, señaló. Ese conflicto liderado por Simón Bolívar, que vació ciudades enteras, terminó en 1823. Straka es profesor de la Universidad Católica Andrés Bello.

'TODO CAE'

Obviamente, la devastación actual es de una escala menor; sin embargo, muchos venezolanos han huido del país y muchos de los que se quedaron pasan hambre.

En la panadería que tiene en el barrio oriental de la capital, Douglas Palencia, de 40 años, dice que está produciendo aproximadamente la mitad de los panes que producía en 2014. La escasez de trigo es su mayor problema, pero otros ingredientes a veces también se agotan.

“Cada día parece que nos falta algo más”, dijo. “Reducimos constantemente. Todo cae: la cantidad y la calidad”.

La escasez se debe al racionamiento de dólares que implementó el gobierno para tratar de reservarlos para el pago de deuda en lugar de gastarlos en productos del extranjero.

La semana pasada, Maduro dijo que las importaciones habían caído a 17 mil 800 millones de dólares el año pasado, lo que representa aproximadamente la mitad del nivel de 2015, según los cálculos de Torino Capital. No hay cifras oficiales para ese año.

Esta política está causando estragos en las compañías más grandes así como en empresas familiares como la panadería de Palencia. Ford anunció el mes pasado que interrumpiría la producción en Venezuela hasta abril.

Por difícil que sea medir la caída de Venezuela, pocos economistas piensan que haya terminado. La economía probablemente se contraiga otro 2.4 por ciento en 2017, según la estimación promedio alcanzada en una encuesta de Bloomberg.

El FMI proyecta una contracción de 4.5 por ciento, en tanto que el Banco Mundial en su reporte de enero espera una caída del PIB de 4.3 por ciento.

“La escasez va a ser igual de grave o peor”, dijo Puente. “Y esa es la hipótesis optimista”.

Publicado en: El Financiero

 
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